Hemos entrado en una nueva década y nos planteamos cuáles serán los retos climáticos a los que tendremos que hacer frente en este siglo.
Lamentablemente, la conferencia COP25 a finales de 2019 no despejó muchas dudas y, aunque muchos de los informes sobre esta transición climática son pesimistas, también se refleja la necesidad de un esfuerzo renovado por parte de las sociedades, ONG y empresas para que actúen cuando los gobiernos no tomen medidas. Informes recientes publicados por el Global Carbon Project estiman que las emisiones de combustibles e industrias seguirán aumentando en 2020, destacando la necesidad urgente de una transición hacia fuentes de energía más justas y respetuosas con el medio ambiente. De hecho, el antiguo vicepresidente de EE. UU. Al Gore ha señalado que debemos seguir aumentando la cuota de mercado de las energías renovables a nivel mundial. Vamos a analizar por qué esta transición energética es tan urgente y el papel fundamental que puede tener la electrificación del transporte durante esta nueva década.
¿Cuál es la situación actual?
Podemos decir que el cambio climático es uno de los aspectos políticos más importantes de nuestras vidas, y el CO2 es uno de los factores que más contribuyen a este cambio climático. Es un gas que se emite de forma natural y por medio de la acción humana, pero nuestras emisiones son las que causan los cambios devastadores a escala global: blanqueo de coral, extinción de especies, clima más errático y extremo, etc. Entre otras actividades, el CO2 se emite mediante la fabricación de cemento, deforestación y la quema de combustibles fósiles. El uso de la energía en transporte, electricidad, calefacción, industrias, edificios, etc. representa cerca del 75 % de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial, por lo que, si cambiamos nuestra forma de producir energía, podríamos reducir drásticamente estas emisiones y frenar el cambio climático.
Producción de energía: situación actual y alternativas
Dependencia de los combustibles fósiles
La dependencia del ser humano en fuentes de emisión de CO2 sigue siendo enorme, ya que necesitamos de la quema de combustibles fósiles y otros procesos relacionados en nuestra vida diaria, desde el transporte hasta la calefacción y la electricidad. En Estados Unidos, por ejemplo, el 80 % de la energía total se produce a través de combustibles fósiles. Esta dependencia aumenta junto a las economías de los países desarrollados, ya que es necesaria una mayor energía a medida que mejora la calidad de vida. Por lo tanto, necesitamos un cambio hacia formas de producir energías más justas y respetuosas con el medio ambiente. Pero traemos buenas noticias: este cambio ya está teniendo lugar.
Fuentes de energía alternativas
A la hora de producir energía, existen dos alternativas fundamentales a la quema de combustibles fósiles:
1) Energías renovables
Turbinas eólicas, paneles solares, presas hidroeléctricas, etc. Se trata de un tipo de energía que se obtiene de fuentes renovables como la luz solar, el viento, la lluvia, las mareas, las olas y la climatización geotérmica, y que puede reponerse en un plazo de tiempo asumible a escala humana. Como ocurre con todas las energías, la mayoría de ellas se alimentan directa o indirectamente del sol. Por otro lado, cada energía renovable produce electricidad de diferente forma. En el caso de las turbinas eólicas, por ejemplo, la energía del viento mueve dos o tres aspas, similares a una hélice, junto a un rotor que a su vez hace girar un generador para producir electricidad. Otro ejemplo son los paneles solares, que convierten los rayos de sol en electricidad estimulando electrones en células de silicona mediante los fotones de la luz solar.
2) Centrales nucleares
Este tipo de central utiliza el proceso de la fisión nuclear para generar electricidad. La fisión nuclear es un proceso radioactivo en el que el núcleo de un átomo se divide en dos o más núcleos de menor tamaño y peso. La electricidad se produce mediante reactores nucleares y el ciclo de Rankine, donde el calor generado por el reactor convierte el agua en vapor, que a su vez hace girar una turbina y un generador que produce electricidad.
Aspectos a tener en cuenta
Las centrales nucleares tienen un proceso limpio, fiable y de bajo coste, pero los residuos radioactivos y accidentes nucleares son un serio peligro para el ser humano y el medio ambiente. Además, los materiales que se emplean en las centrales nucleares siguen siendo escasos y difíciles de obtener.
Por lo tanto, las energías renovables son la mejor opción. Todos los procesos para la obtención de energía tienen algún tipo de impacto. Por ejemplo, para construir turbinas eólicas es necesario producir una cantidad de energía. Sin embargo, con una planificación inteligente es posible producir una enorme cantidad de energía de forma fiable y sostenible. De hecho, las energías renovables representan alrededor de un 30 % en el mercado de energía, ya que se ha aumentado enormemente el consumo de energía eólica, solar e hidroeléctrica desde la década de los 60.
Una oportunidad para el transporte
El transporte representa cerca del 20 % de todas las emisiones globales de efecto invernadero y esto se debe, en su mayoría, al uso diario de vehículos alimentados por combustibles fósiles que emiten gases de efecto invernadero a la atmósfera. Por lo tanto, combinar una transición hacia fuentes de energía renovables con el uso global de vehículos de bajo consumo como bicicletas y del transporte eléctrico como coches y autobuses podría tener un enorme impacto en las emisiones globales de efectos invernadero.
Almacenamiento de energía: por qué los vehículos eléctricos son fundamentales para la revolución eléctrica
Los vehículos eléctricos, además de tener un impacto en lo que hemos mencionado anteriormente, pueden jugar un papel fundamental a la hora de facilitar la transición hacia sociedades sostenibles mediante su capacidad para almacenar energía. Los cargadores bidireccionales, conocidos también como CC o V2G (del vehículo a la red) o V2H (del vehículo al hogar), permiten la capacidad de almacenamiento para redes de suministro de origen renovable gracias a que la energía fluye desde y hacia el vehículo eléctrico. Los cargadores unidireccionales que se han utilizado tradicionalmente solo permitían que la energía se transmitiera hacia el vehículo, pero esta capacidad bidireccional permite utilizar las baterías como fuentes de energía para toda la red, sobre todo cuando haya una cantidad suficiente de ellas en nuestra sociedad.
Es posible que, conforme adoptemos sistemas de energía renovables, las tecnologías V2G y V2H vayan ganando cada vez más peso, ya que la cantidad de energía que producen estas fuentes puede variar en función de la hora del día o la estación del año. Por ejemplo, es evidente que los paneles solares capturan la mayor parte de la energía durante el día, las turbinas cuando hay más viento, y así sucesivamente. La carga bidireccional permite que el almacenamiento en baterías de vehículos eléctricos sea beneficioso para todo el sistema de energía y ¡hasta nuestro planeta! Además, los vehículos eléctricos pueden ser fundamentales para hacer un seguimiento de carga de energías renovables. Dicho de otra manera, las baterías pueden utilizarse con el objetivo de capturar y almacenar el exceso de energía solar o eólica para que esté disponible en momentos de alta demanda o cuando la producción de energía sea más baja por algún motivo. Este proceso también se podría emplear en otro tipo de transporte eléctrico como autobuses, camiones, tranvías, trenes, etc.
En el caso de los vehículos eléctricos, este proceso también abre un amplio abanico de posibilidades para la democratización de la energía. Por ejemplo, las microrredes comunitarias, como la Brooklyn Micro-Grid de Nueva York, aprovechan las capacidades de almacenamiento de los vehículos eléctricos para generar redes más autosuficientes y obtener beneficios vendiendo energía a la red local. De esta manera, la electrificación del transporte tendrá un efecto positivo en el consumo de energía del futuro. Por otro lado, los roles y procesos del sector energético están evolucionando conforme avanzamos hacia un entorno más renovable adaptado a los vehículos eléctricos. Gracias a la ayuda de iniciativas como las microrredes comunitarias o la instalación de fuentes energéticas en hogares, los consumidores tienen más oportunidades para ser autosuficientes y vender el exceso de energía a proveedores tradicionales.
La electrificación del transporte allanará el camino hacia un futuro más sostenible
El concepto de electrificación del transporte no se reduce a una movilidad respetuosa con el medio ambiente, sino que debe percibirse como parte fundamental del sistema energético de nuestro planeta. De esta forma, el transporte eléctrico puede jugar un papel fundamental, facilitando un transporte ecológico para miles de millones de personas y regulando y estabilizando las redes eléctricas alimentadas por energía renovables. En otras palabras, el transporte eléctrico es clave para la transición hacia una sociedad eléctrica, justa y respetuosa con el medio ambiente. Avanzar hacia un mundo con una mayor influencia de las energías renovables y un sistema de transporte eléctrico no será tarea sencilla. Pero hay una gran esperanza gracias a la contribución de proyectos comunitarios y empresariales. La clave está en seguir presionando de manera individual: como dice Greta Thunberg, “nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia”.